
Colegio Nuestra Señora del Castellar
Villarrubia de Santiago, Toledo
En la calle principal de Villarrubia de Santiago, Toledo, rehabilitamos y ampliamos un antiguo colegio con un presupuesto mínimo y una ambición máxima: transformar lo ordinario en extraordinario.
La arquitectura lo aprendimos aún más aquí no reside en los recursos, sino en el cuidado por el detalle, en el deseo profundo de crear un entorno donde los niños aprendan disfrutando.
El edificio existente, muy deteriorado, funcionaba como aulario principal. A él debíamos sumar un nuevo comedor, baños, zonas de servicio y recorridos funcionales para un uso escolar contemporáneo.
Diseñamos dos volúmenes que abrazaban al original: uno hacia la calle, destinado al comedor, y otro hacia el patio de juegos, que albergaba escaleras, instalaciones y baños. El objetivo fue claro desde el inicio: proyectar para los niños, pensar en cómo habitarían ese espacio durante años, con alegría y naturalidad. Desde el refuerzo de forjados hasta el trazado de accesos y recorridos, cada decisión fue una respuesta consciente al contexto y a las posibilidades.


La transformación
El volumen original se mantuvo como respaldo, con una fachada gris en monocapa y embocaduras blancas que aportan ritmo y luz. En contraste, los nuevos cuerpos se pensaron como piezas ligeras, blancas, perforadas, horadadas con huecos de distintas escalas y funciones: luz, ventilación, relación interior-exterior.
El comedor, de una sola planta, se eleva sobre un basamento de hormigón in situ que regula la altura respecto al aulario. Contiene un patio interior con un olivo que ventila, ilumina y separa el área de cocina y servicios del espacio de los niños.
Los materiales fueron elegidos por su sencillez, resistencia y economía: monocapa, terrazo, azulejo, grava. El diseño, sin embargo, rehúye de lo estándar. El techo registrable del comedor se resolvió con ritmo para alejarse del imaginario de oficina. La escalera volada comunica el patio con el comedor y el espacio de distribución.
El color se reservó solo para las puertas: rojo y amarillo, como acentos primarios sobre un fondo neutro. La diagonal aparece como gesto lúdico en el volumen que da al campo de juego, dotando a la fachada de un movimiento inesperado.
Créditos
Proyecto de Ejecución y Dirección de Obra
Blanca Rosa Gutiérrez Rodríguez
Natalia Gutiérrez Rodríguez